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11 de mayo de 2015

Prólogo | El Origen de los Tiempos

Prólogo
Antes de que todo comience


─Te estoy diciendo que no quiero ─ le digo a por cuarta vez a Emma, mi mejor amiga. Y la verdad es que ya me estoy cansando de esta absurda conversación.

─ Vamos, Killian. No podes decirle siempre que no. Viví la vida, amigo ─ dice mientras se pone en frente mío y alza sus brazos al cielo. ─ A parte, ¿Por qué no vas a querer salir con Erika? Es la chica más genial que conozco y mira que odio juntarme con mujeres. Por eso te tengo que bancar a vos ─ sonríe mientras yo ruedo los ojos ─ En serio, ¿Cuál es el problema? ─

─ Solamente no estoy interesado ¿Tan difícil es de entender?  ─ digo con el ceño fruncido.  

─ Está bien, está bien. No te enojes ─ y me pega en el brazo. Auch eso dolió. Para ser una chica castaña de ojos marrones y, por encima de todo, petisa de 1,60 m. pega fuerte.

─ Haber dime, chica casamentera, ¿Por qué vos no aceptas las miles de invitaciones que te proponen? ─ su sonrisa de borro de inmediato. Raro. Siempre que sacamos este tema ella siempre, pero siempre, pone su cara seria.

─ Ya te dije que no quiero, fin de la discusión ─ al contrario de mi, cuando ella dice que la discusión termino, hay que hacerle caso sino queres aguantar las consecuencias.

─ Esta bien, cambiemos de tema ─

─ ¿Estudiaste para la prueba de sociología? ─ me pare abruptamente y me gire a mirarla.

─ ¿Había prueba? ¿Hoy? ─ digo, entrando en pánico.

─ Jodeme que te olvidaste la prueba más importante del cuatrimestre para poder aprobar la cursada ─ dice con ojos demasiado abiertos.

─ Mierda, si me olvide. Que imbécil. No lo puedo creer ─ agarro mi cabeza con ambas manos.

─ Hay amigo, si que estas en las nubes eh ─ se empieza a reír. No sé de qué mierda ríe, yo no le veo la gracia a nada.

─ ¿Se puede saber de qué mierda te estás riendo? Justo en un momento como este, estoy entrando en pánico. ─ digo exasperado.

─ Debiste ver tu cara ─ y sigue riendo. Estúpida chica. Me estaba tomando el pelo.

─ Es mejor que corras ─ le digo muy seriamente. Ella sabe que lo estoy diciendo de verdad. Pega un chillido y sale corriendo por la calle y yo la sigo atrás, a unas dos cuadras esta nuestra universidad.  Emma sigue riendo todo el transcurso hasta que se para abruptamente en la puerta de entrada y deja de reír. Llego al lado de ella.

─ ¿Qué pasa? ─ le pregunto cuándo empieza a mirar frenéticamente por todos lados. Algo anda mal. ─ ¿Emma? ─ La llamo, pero no me contesta. Sigue observando todo el perímetro de la universidad. No sé que le sucede. Es raro de ella actuar así. ─ Emma ─ esta vez le grito para me escuche. Ella se da vuelta y me mira. ─ ¿Qué está pasando? ─

─ Oh.. eeh.. na-nada.. solo.. yo.. pensé que había visto a alguien a quien conocía. No es nada. Mejor entremos de una vez ¿Sí? ─ la miro extrañado, pero era mejor no acotar nada. Cuando este lista me lo dirá. Abro las puertas, para que ella pase. Antes de entrar vuelve a mirar sobre su hombro.

*****************

Ya hace media hora que estamos en nuestra aula y el profesor está explicando el tema del día pero Emma no está prestando atención, sigue actuando raro. Esta tensa sentada en su silla, con la espalda recta mirando hacia el frente, con la mandíbula apretada.
Me está preocupando.  No sé que le sucede y no me dice nada para que pueda ayudarle.
De pronto, su teléfono vibra o eso creo porque lo saca de su bolsillo y se lo queda mirando un rato.

─ No ─ susurra, con voz afectada. ¿Qué mierda está pasando? ─ no puede ser. ¿Por qué? ─ lágrimas salen de sus ojos.

─ ¿Emma? Emma, ¿Qué pasa? ─ le digo susurrando para que el profesor no se dé cuenta.

─ El infierno pasó ─ me dice todavía mirando afectada su celular. Levanto el cuello para poder ver el contenido del mensaje, pero ella lo guarda rápidamente.

─ ¿Pasa algo sr. James y srt. Williams? ─ dice el profesor de repente. Iba a contestar para que desviara su atención de una Emma llorosa, pero ella se levanta de golpe de la silla.

─ Mierda ─ dice, mientras mira fijamente a la puerta.

─ ¿Cómo dijo señorita Williams? ─ dice el profesor claramente enojado del arrebato de Emma.

─ Dije mierda. Esto se va a poner como el verdaderamente feo ─ dice sin quitar la mirada de la puerta ¿Qué mierda? Por Dios, Emma perdió la cabeza. Me levanto para llevarla fuera de la clase, antes del que profesor la expulse. Cuando de pronto, la puerta es azotada contra la pared con violencia y entran tres tipos, dos con el pelo oscuro y uno con el pelo rubio. Vestidos de la cabeza a los pies con ropa de cuero negro. Sus ojos sádicos recorren a todos los integrantes del aula. 


─ ¿Dónde mierda esta la hibrida? ─ pregunta el rubio con un acento particular. Y así fue como todo se convirtió en un infierno.

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