English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

1 de abril de 2015

El Corazón del Creyente más Sincero | Capítulo 1:Todos necesitan ayuda por lo menos una vez en la vida




CAPÍTULO 1

Todos necesitan ayuda por lo menos una vez en la vida

Viernes, 15 de Mayo de 2015, 22:46 pm

Eric Carter estacionó su Ford Ranger gris plata al frente de su casa. Estaba exhausto de su larga jornada laboral, acabada de cerrar un caso importante de narcóticos. Este se traba de unos narcotraficantes del oeste de San Diego que repartían cargas importantes de cristal y LSD a cada cartel del país. Su mercancía era traída de primera mano desde Colombia.
Carter llevaba trabajando en este caso desde hace ocho meses, infiltrándose con los narcotraficantes para capturarlos en un momento preciso. Y así sucedió, ahora están bajo la ley y dentro de un mes será el juicio que los condenaran definitivamente.
Carter bajó del auto, cerró la puerta del piloto, puso la alarma y se dirigió directamente hacia su casa sin detenerse a revisar si tenía alguna carta en el buzón. Él estaba realmente cansado, pero sobre todo estaba famélico desde las 10:00 que no probaba bocado.
A Eric Carter es un Agente Especial de la policía de San Diego sobre todo se encarga de casos de narcotráfico. A él desde que estuvo en la academia de policía, a sus cortos 19 años, fue nombrado Carter, a él no le gustaba que le llamaran por su nombre de pila. El problema es que nadie sabía el motivo de eso. Carter era muy reservado acerca de ese tan común tema.
Muchas personas piensan que Carter al ser tan airado cuando alguien lo llama por su nombre y no por su apellido, va a ser igual en su vida diaria, pero no era así. Él es amable, considerado con todo el mundo que conoce. Siempre intenta ayudar a cualquier persona que la necesite sin importar si tiene que prestar dinero, ya que a él le sobra, o invitar a esa persona una temporada a vivir a su casa.
Algunas personas opinan que Carter es un estúpido en ayudar tanto a sin esperar nada a cambio, que en realidad todas esas personas lo utilizan, pero otra vez esas personas que juzgan antes de conocer, se equivocan. Carter es una persona astuta e inteligente que sabe en que momento debe interferir y en cual alejarse. En verdad, a Carter le importaba muy poco lo que la gente pensaba de él, sabía lo que hacía, por qué lo hacía y a quién lo hacía, y él era feliz de esa manera o por lo menos eso aparentaba.
Carter entra a su casa y como cada vez que lo hacía, siente una soledad inmensa, extrañando a aquellas personas que antes habitaban ese lugar. El policía tira las llaves arriba de la mesa y va caminando rumbo a la cocina, abre la heladera y se encuentra que no tenía ningún alimento, por lo menos comestible, en su heladera, ya que hacía varios días que no iba a comprar al supermercado por estar pendiente del caso. 
Suspirando Carter cierra la heladera, agarra nuevamente las llaves del auto y se dirige a este, aunque está agotado, el hambre que sentía superaba cualquier cosa. Entra en el auto, lo pone en marcha y se dirige hacia un minimercado que está abierto las 24hs a 6 cuadras de su casa. Llega al dicho lugar y compra lo necesaria para abastecerse por unos días. Llega a la caja y paga por sus compras. Se dirige afuera del almacén y acomodarlo que compró en el auto, para luego dirigirse hacia su casa.
Mientras Carter estaba manejando, vio demasiado tarde una persona que se dirigía corriendo para cruzar la calle, que aquel individuo no se dio cuenta que iba directamente hacia el auto de Carter. Este último, frenó de golpe para no golpearla, causando que el auto de varias vueltas por el repentino acto, pero no pudo evitar que el auto la chocara.
Inmediatamente, Carter baja del auto para averiguar cómo se encuentra aquella persona. Para su sorpresa, en el suelo se encontraba una chica de aproximadamente 20 años. Carter pensaba que era realmente hermosa: tenía el pelo rubio, que se notaba muy claramente que estaba teñido, y ojos grandes de color azul. Cuando Carter se fijo en su ropa, frunció el ceño, ya que estaba vestida relativamente como una prostituta: una falda corta y un top que dejaba al descubierto su ombligo combinado con unos tacos de 10cm. También llevaba bastante maquillaje, aunque Carter se dio cuenta que quería tapar un moretón que ocupaba un lugar en su delicada mejilla y eso a Carter no le gusto para nada.
─ ¿Te encuentras bien? ─ le preguntó Carter, pero ella no le contestaba. Ella estaba atenta a la persona que le estaba siguiendo, que en el momento que le desconocido la atropello, se había ocultado detrás de un árbol, pero sabía que no se iba a acercar a ella mientras haya alguien a su lado. Ella estaba jodida, verdaderamente jodida. Nunca pensó que la iban a atrapar con las manos en la masa, pero sucedió y ahora su vida estaba en riesgo.
Cárter a ver que aquella chica no le contestaba, con miedo que se allá golpeado la cabeza cuando la atropello, le tocó delicadamente el brazo y le volvió a repetir la misma pregunta. Ella debió la mirada de los árboles y miro al desconocido y luego le frunció el ceño.
─ Estoy bien, pero no gracias a vos, imbécil ─ expresa la chica.
─ En mi defensa ─ Le contesta Cárter ─ vos viniste corriendo directo hacia mi auto. Ella lo fulmina con la mirada e intenta pararse, ya que odia sentirse inferior al musculoso y alto hombre de pelo negro y cautivantes ojos azules.
En cuanto se para volvió a caer, pero Carter la agarró justo antes de que toque el piso. A ella le dolía mucho el pie, se habrá torcido cuando intentó esquivar el auto. ─ Grandioso ahora no puedo correr para escapar. Estoy muerta. ─ pensó ella.
En el momento que Cárter la agarro pudo sentir todos los huesos de sus costillas. Ella era terriblemente flaca y eso alarmó a Cárter.
─ Tenemos que llevarte al hospital─ le dice Cárter. Ella rápidamente lo mira alarmada.
─ No, al hospital no ─ contesta bruscamente. Cárter la mira curioso por el nerviosismo y agresividad con lo que dijo, pero no quiso preguntar, ya que ella tendrá sus motivos.
─  entonces ven a mi casa para que te cure las rodillas y te vea bien el pie ─  indicó Cárter. Ella lo empujó para que la soltara, ya que todavía la tenía agarrada y se apoyó en el capot del auto para no caerse.
─  ¿Qué pansas que voy a ir a la casa de un desconocido? ¿Este loco? ─ declaró ella.
─ Entonces me presento. Soy Cárter. Tengo 27 años. Soy libra. ¿Vos? ─ exclamó con un toque de diversión. Ella lo mira perspicazmente. No le parecía un mal hombre, pero las apariencias engañan.
─ Soy Ambar ─ murmuró. A Cárter le pareció un nombre hermoso, justamente como ella.
─ Ahora ya no somos desconocidos. Déjame ayudarte, Ambar ─ dijo mientras se iba acercando a Ambar, pero ella retrocedió haciendo que trastabillara, a causa del tobillo, dejando caer la cartera que le colgaba del hombre, haciendo que todo su contenido se esparciera por el suelo.
Cárter se agachó para recogerle las cosas, pero Ambar gritó para que no lo haga por el motivo que él no viera lo que traía en su cartera, pero era demasiado tarde. Cárter había visto las bolsitas que contenían cocaína, marihuana y metanfetamina.
Cárter al observarlo que Ambar traía consigo, sintió un enojo desconocido al descubrir que la hermosa joven era una adicta. Él levantó las bolsitas que contenían variados estupefacientes y miró a Ambar.
Ella se sentía expuesta ante el descubrimiento del desconocido. No le agradaba que haya visto sus drogas, y no sabe el motivo el por qué las traía. Cárter era otra persona en su vida, alguien insignificante, pero por dentro de Ambar sentía que no era así y no entendía el motivo de ese sentimiento.
Alejando esos pensamientos tan extraños, Ambar arranca de las manos de Cárter las bolsitas y lo mira enojada.
─ ¿Quién mierda te pensas que sos para tocar mis cosas? ─ gritaba la muchacha.
Cárter al observar el comportamiento de la morocha, se lleno de una gran tristeza. Ella había admitido en esa simple pregunta, que albergaba todo su enojo al descubrir su secreto, ella consumía esas drogas. Sabia dentro de su ser que tenía que ayudar a esta chica. Miles de preguntas se juntaron en la mente de Cárter: ¿Tendría familia? ¿Sera verdaderamente una prostituta? Y si lo es, es muy joven para serlo. ¿Dónde estará viviendo? Entre otras. Decidió que iba a sacar su carta más fuerte para que ella vaya con él a su casa, así pueda curar esas heridas causadas por la caída esquivar el auto y así luego la convenenciera para ayudarle con sus problemas de drogas y con cualquier otro problema.
Cárter saca la placa de policía que siempre lleva consigo en el bolsillo trasero de sus jeans y se  la mostró a Ambar. Ella al ver la placa de policía, maldijo de su mala suerte de toparse con un policía y viera las drogas que llevaba.
─ Ahora ves porque me meto en tus asuntos ─ contestas Cárter seriamente.
─ ¿Voy a ir presa? ─ pregunta temerosa. ─ Él la iba a encontrar si entraba presa. No le podía estar pasando esto ─ pensaba Ambar.
─ No, no te voy a llevar presa ─ responde simplemente. Ambar se sentía aliviada, pero sabía que no la iba a dejar fácilmente.
Cárter sin decir otra palabra, se dirige hasta su auto y abre la puerta del copiloto.
─ Entra─ le ordena a Ambar. Ella lo mira indignada.
─ No ¿Quién te pensas que eres para mandarme? ─ dice enojada.
─ Te lo digo por última vez, sube al auto ─ repite.
Por su parte, Ambar se preguntaba porque ese maldito policía quería que suba a su auto y además a donde pensaba llevarla. Hasta que Ambar se dio cuenta como estas vestida. Inmediatamente la bilis se le subió a la garganta, como cada vez que tenía que vender su cuerpo. No era la primera vez que iba a tener relaciones sexuales con un policía para no ir a la cárcel. Ella odiaba hacer eso, pero lo que se merecía o eso era lo que ella pensaba.
Ambar cerró los ojos unos segundos para que las lágrimas no escapasen y así poder relajarse e intentar no vomitar en ese instante. Por un momento creyó que Cárter no iba a ser igual a los otros, pero se volvió a equivocar.
Ambar abrió los ojos y puso una resplandeciente sonrisa falsa, como la que mostraba a todos sus clientes. Primero, se agachó como pudo para recoger lo que quedaba de sus pertenencias, cuales se encontraban esparcidas todavía por el suelo y las guardó en su cartera. Dejó las drogas afuera, ya que Ambar intuye que las van a utilizar ambos, como sucedía con los otros policías.
Camina cojeando hasta donde se encuentra Cárter parado agarrando la puerta, le sonríe y entra en el auto. Cárter da la vuelta al auto y entra en el asiento de piloto. Él mira a Ambar y le arranca las bolsitas de drogas y las guarda en sus bolsas de compras.
El camino hacia la casa de Carter es silencioso, ninguno de los dos dice nada. Cuando llegan a destino Ambar mira maravillada la hermosa casa que se encontraba delante de ella, pero disimuló para que no se notara que le gustaba.
Ambos bajan del auto y Cárter abre la puerta de su casa y hace pasar a Ambar. Ella mira el living que posee un sillón de cuero negro, dos más pequeños en los costados y en el medio una mesita ratona de color marrón. Era simple, pero agradable.
─ Ponte cómoda, ya regreso ─ fue lo último que dijo, antes de subir las escaleras. Ambar decidió que quería terminar con esto de una vez por todas y empezó a desvestirse hasta quedar en ropa interior. Cuando escuchó los pies golpeando los tablones de la escalera, inmediatamente se acostó en el sillón en una posición sexy.
En cuanto Cárter vio a Ambar casi desnuda acostada en el sillón. Se dio cuenta que ella había entendido todo mal. Y eso lo hizo sentirse enfermo.
─ ¿Qué estás haciendo desnuda? ─ la voz de Cárter sonó más dura de lo que pretendía.
─ No te hagas el tonto. Vos  y yo sabemos para que me trajiste aquí ─ dijo Ambar mientras se paraba de sillón y se iba acercando sensualmente a Cárter. El a ver las intenciones de Ambar, se alejó de ella dando unos pasos hacia atrás.
─ Creo que te equivocaste. Yo te traje aquí para curar tus heridas ─ dice suavemente. Mientras le muestra el botiquín de primos auxilios que tenía en la mano, que, minutos antes, había ido a buscar.
Ambar estaba sorprendida de Cárter. ─ ¿Debía créele? ─ Se preguntó. Después de unos segundos, decidió que estaba diciendo la verdad, él la quería ayudar. Eso le sorprendió más de lo que debía. Hasta sus ojos se llenaron de lágrimas mientras agarraba su ropa y se la volvía a poner.
─ Gracias ─ le susurro bajito a Cárter que casi este no la pudo escuchar. Cárter pudo detectar en su voz que estaba llena de agradecimiento y pudo ver en sus ojos lágrimas no derramadas. Eso hizo remover algo dentro de él.
─ Así que es verdad. Eres una prostituta. ─ dice directamente Cárter, mientras le hacia una seña para que tomara asiento en el sillón.
─ No es algo que te incumba ─ masculló.
─ Tiene razón, no me incumbe, pero como respondiste hace unos minutos al saber que no me iba a costar contigo, me da la sensación que no te gusta para nada lo que haces ─ la miro a los ojos y se agachó mientras agarraba su pierna y empezaba a esparcir un algodón con agua oxigenada ─ Mi deber de policía me hace cuestionar si no te obligan a trabajar como prostituta ─
─ No me secuestraron y me vendieron al mejor postor para prostituirme, si eso es lo que estas preguntado ─ negó rodando los ojos.
─ ¿Por qué lo haces, entonces? Vi tu cara, Ambar. Cuando te dije que no, vi tu cara, era de alivio. ─ comenta mirándola a los ojos.
─ Es lo que merezco ─ dijo simplemente. Eso hizo sorprender a Cárter
─ ¿Qué quieres decir con eso?─ cuestiona. Ella lo mira directamente a los ojos, pero no contesta. Él puede ver el sufrimiento en sus ojos, el desprecio. Cárter sabe que no le va a decir más nada por eso se queda callado y sigue limpiándole las heridas, para luego revisar su pie.
─ Es solo una torcedura, mañana seguro no te duele más el pie ─ comenta Cárter. Ella inmediatamente se para y agarra su cartera.
─ Me tengo que ir, gracias Cárter ─ dice mientras se va cogiendo hacia la puerta, pero Cárter la para agarrándola del brazo.
─ No, vos no te vas a ir de acá. Te voy a ayudar Ambar ─
─ No deseo tu ayuda, Cárter ─
─ Todos necesitan ayuda por lo menos una vez en la vida, Ambar ─ insinuó significativamente Cárter.
─ Yo no merezco ser ayudada. Yo elegí cada cosa que pasa en mi vida ─ responde bruscamente Ambar, mientras aleja su brazo del agarre de Cárter. Él quiso preguntar a que se refería, pero se quedo callado, ya que sabía que no le iba a responder. Ella no confiaba todavía en Cárter, pero lo iba a hacer. Todo a su tiempo.
─ Quédate por unos días. Tengo una habitación vacía, luego puedes decidir irte. ─ Ambar se lo pensó unos minutos, la idea no era mala, ya que él no la iba a encontrar ahí. Estaría a salvo unos días, mientras pensaba que poder hacer para que no la encuentre.
─ Acepto, pero no se te ocurra meter la nariz donde no te incumbe ─ expresó Ambar. Cárter sonríe ante su comentario. ─ Oh no sabes lo que me voy a meter en tu vida, Ambar. Hay algo en vos y no voy a dejarlo pasar ─ pensó Cárter.
─ No prometo nada ─ vuelve a sonreír, da media vuelta y entra a la cocina.
Y en ese momento Ambar sabe que se metió en la boca del lobo.

2 comentarios:

  1. Muy buenos el prologo y el primer capitulo!! Me enganche y espero el segundo!!! Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas Gracias, Caty :D Ya muy prontito voy a sabir el 2º Capítulo :D
      Besos

      Eliminar