Más
débil es aquel que no llora porque no tiene la valentía de mostrar lo que su
alma dice a gritos
Viernes, 15 de Mayo de 2015, 23:58 pm
Cárter se encontraba en la
cocina intentando preparar abundante comida para Ambar. Cada vez que la miraba
podía notar que hace un buen tiempo que no se alimentaba adecuadamente.
Cárter se preguntaba cómo
había sobrevivido todo este tiempo e inmediatamente se le vino a la cabeza las
bolsitas de drogas. Eso era suficiente para que el hambre que siente una
persona normal desaparezca completamente. Él lo sabía a la perfección. Cárter
sacude la cabeza para alejar esos horribles pensamientos que se le estaban
viniendo a la cabeza y llama a Ambar para que baje a comer.
Ambar se encontraba
mirándose al espejo de la habitación que le había proporcionado Cárter. Se veía
como una persona completamente diferente a lo que era hace dos años atrás,
aunque la ropa que le había dado el policía, que, supuestamente, era de su
hermana, le recordaba a su antigua yo, pero aun así no lograba semejarla con la
chica que una vez fue. Ambar estaba bien con eso, ella no merecía ser feliz
cuando destruyo todo lo que estaba a su alrededor. Ella era tóxica. Ambar no
hacia vínculos con las personas, ya no más. Por ese motivo se tenía que alejar
lo más rápido posible de Cárter. No podía arruinar la vida de él también.
Siguiéndose mirando en el
espejo, no pudo evitar sentir lástima por ella misma. Ambar había adelgazado
por lo menos unos 10kg desde que empezó a consumir drogas, no era una adicta,
pero la ayudaban a olvidar. Ambar sentía que su vida ya no valía nada y que a
poco a poco se iba consumiendo. Sus demonios la atormentaban día y noche, sus
pensamientos no la dejaban dormir y su falta de sueño se notaba en las grandes
ojeras que se encontraban debajo de sus ojos color zafiro, que, anteriormente,
había tapado con maquillaje. Sus problemas se encontraban ahí, en su mente,
donde siempre se van a quedar y nunca se van a ir. Tampoco pudo evitar mirar el
moretón que cubría gran parte de su mejilla. Recordar cómo había recibido ese
golpe la hacía estremecerse, había dolido como la mierda.
─ Tranquila Ambar, ya pronto
va acabar tu miserable vida ─ susurra en voz baja.
Casi sin darse cuenta, una
solitaria lágrima cayó del ojo de Ambar y así siguieron muchas más. Hasta que
ella intento ahogar un sollozo con su mano.
Desde abajo, Cárter se
extrañaba que Ambar todavía no haya bajado. Por ese motivo, decidió ir a
buscarla. Cuando se acercaba a la puerta de la habitación donde se encontraba
ella, él pudo escuchar como Ambar estaba llorando. Su corazón dejo de latir al
escuchar el llanto desgarrador que emitía la hermosa chica.
Sin pensarlo dos veces,
Cárter abre la puerta de la habitación y se dirige hacia Ambar, que se
encontraba parada mirándose en el espejo, y la abraza con sus fuertes brazos.
Ambar al principio intentaba alejarse de Cárter, pero al notar que este no se
separaba de ella, desistió y se abrazó fuerte a él mientras seguía llorando en
el musculoso pecho de Cárter, mientras él le susurraba pequeñas palabra de
motivación.
Después de aproximadamente
10 minutos. Los sollozos de Ambar fueron disminuyendo y se empezó a separar de
Cárter.
─ ¿Te encuentras mejor? ─ le
pregunta Cárter.
─ Si, Dios que vergonzoso.
Hacía mucho tiempo que no lloraba así ─ le responde Ambar, limpiando el resto
de lágrimas de su cara.
─ El llanto es una buena
manera para desahogarse. Es curador ¿Sabes?─ le dice con una sonrisa.
─ Llorar es para débiles ─
contrapone seriamente Ambar.
─ Te equivocas. Más débil es
aquel que no llora porque no tiene la valentía de demostrar lo que su alma dice
a gritos ─ susurra Cárter, mirándola directamente a los ojos. Ambar se queda en
silencio sin responder a lo que dijo el policía anteriormente. Él al notar que
ella, no decía nada, decidió dejar el tema. ─ Ya está la comida cuando estés
lista, baja ─ termina mientras da media vuelta y sale de la habitación.
Ambar se queda pensando en
las palabras de Cárter. Ella nunca le gustaba mostrar a otras personas que
lloraba porque la hacía sentirse inferior y débil frente a otros. ─ ¿Estará equivocada?─ se preguntaba, pero
Ambar dejo de pensar en ese tema, ya que justo ese día no tenia energías
suficientes para seguir indagando acerca de eso.
Ambar decide bajar como le
dijo Cárter y probar la comida que preparó, aunque no tuviera, en realidad,
hambre.
Una vez que decide bajar,
Ambar puede oler el exquisito olor a la comida que hacía mucho tiempo que no
percibía. Ambar pudo observar a Cárter sacando del horno un jugoso pollo,
poniéndolo al lado de una bandeja que contenía papas fritas.
Sin tener ningún control de
sus pensamiento, Ambar empezó a recordar un acontecimiento de su paso, que la
tortura casi todos los días desde hace dos años.
Ambar
entró en la cocina y su mamá, Dalia, estaba sirviendo la cena en la mesa. Su papá,
Julián, como es de costumbre está mirando algún partido en la televisión y su
hermana, Jade, estaba haciendo algo para su trabajo. Ambar estaba decidida a
decirle a sus padres sobre la fiesta de esa noche, tenía que ir, no corrección,
debía ir. Ambar era una chica de 17 años, que se mudo hace un año a una ciudad
desconocida, donde era fundamental asistir por lo menos a una fogata en la
playa, y ella nunca había ido a una y eso era deprimente.
Ambar se sienta en la mesa y pone
una sonrisa de lo más brillante. Como era de suponer, su mamá se da cuenta.
─
¿Qué quieres ahora, Ámbar? ─ dice su mamá mientras pone los platos en la mesa,
que contenían pollo y papas fritas.
─
¿Por qué intuyes que quiero algo? ─ replicó.
─
Por tu mirada y la sonrisa, que sé muy bien que la pones cuando quieres pedir
algo, hija─
─
Bueno la verdad es que sí─ dice como si no fuera nada importante, pero la
verdad es que si lo era y mucho ─ hoy hay una fiesta a 25 km de acá, en la
playa y es una fogata. La verdad es que nunca fui a una fogata y tengo 17 años,
casi 18 y soy lo bastante adulta para poder ir. A parte todas mis amigas van,
mis compañeros van. Y va hacer una fiesta épica. No puedo faltar. Así que
¿Puedo ir? ─ por favor di que si, por favor di que sí, pensaba internamente
Ambar
─
No ─ dice simplemente Dalia.
─
¿Qué?─ gritó mientras me levanto de la silla ─ ¿Y por qué no? Es una simple fiesta
y ¿no voy a poder ir? ─
─
Es muy lejos y muy peligroso para que vayas ─ dice Julián.
─
Pero nunca salgo a ningún lado. Estoy por terminar el colegio siendo la mejor
alumna y solamente le estoy pidiendo que me dejen ir a esta fiesta. Por una
vez, quiero asistir a una. Es muy importante. ─ seguía gritando. Ambar estaba muy enojada con
sus padres.
─
Deja de levantarnos la voz, somos tus padres. No vas a ir a esa fiesta. No me
importa si es o no es importante. No voy a poner en riego tu vida. A parte va a
ver mucho chicos borrachos y la verdad no se que pueden llegar a hacer ─ dice
la mamá de Ambar con tono autoritario.
─
Pero mamá… ─ Julián le corta a Ambar antes de que pueda seguir hablando.
─
Hemos dicho que no y esa es nuestra última palabra. Podrías comportante un poco
más como tu hermana, ella nunca generó tantos problemas ─ No era raro que ellos
piensen que Ambar tenía peor comportamiento que su hermana. Ambar mira a su hermana
en busca de ayuda, pero ella solo le da vuelta la cara y sigue leyendo los
papeles que hay esparcidos sobre la mesa.
─
Los odio, ojala nunca hubiera tenido unos padres como ustedes. Son los peores
padres del mundo. No les quiero volver a hablar a ustedes nunca más en mi vida. ─ Luego
de gritar esas horribles palabras, que ningún padre quiere escuchar, se dirige directamente
hasta su habitación.
Y
así fue, como Ambar nunca más volvió a hablar con sus padres después de esa
cena.
─ ¿Ambar te encuentras bien? ─ pregunta Cárter, haciendo
que Ambar vuelva a la realidad. Ella observa a Cárter, puede distinguir la
preocupación en su cara y eso genera nuevos sentimientos en Ambar que no quiere
descifrar porque la asustan.
─
Si, todo bien ─
─ ¿Segura? Te estaba hablado
y no me contestabas ─
─ Solo estaba recordando ─
responde simplemente y a continuación, Ambar se sienta en la silla que se
encuentra sobre la isla de la cocina.
Cárter no le cree ni un poco
de que se encontraba bien. Él había visto su cara perdida y como de a poco se
iba el poco color que poseía en ella. Él estaba empezado a sospechar que el
pasado que tenia Ambar era realmente malo. Y sin poder evitarlo, muchos
escenarios diferentes de los que, probablemente, había sufrido Ambar pasaron
por la cabeza de Cárter, y cada uno de ellos lo hacía sentir enfermo.
Para poder olvidarse del
asunto, Cárter agarra el pollo y las papas fritas que preparó y las coloca
encima de la mesa, donde ya se encontraban puestos lo platos y cubiertos.
─ Come, Ambar. Se nota que
lo necesitas ─ comenta Cárter.
─ La verdad es que no tengo
mucha hambre ─
─ Por lo menos intenta comer
algo. ¿Hace cuanto no comes adecuadamente, Ambar? ─ Ella solo se encoge de
hombros y empieza a comer un poco de pollo. El silencio se extendió entre
ellos. Cárter miraba disimuladamente a Ambar y pensaba que era realmente
hermosa. Cuando llego se había lavado un poco la cara y algo de su maquillaje
se había ido. El exceso de maquillaje la hacía parecer más grande, pero ahora
sin el parece una mujer más joven. Lamentablemente, sin el maquillaje se le
notaba más el moretón que tenía en la mejilla, aunque ella intentara taparlo
con su pelo. La ira creció adentro de Cárter de nuevo, pero esta vez no se pudo
contener.
─ ¿Quién te hizo eso en la
mejilla?─ la voz de Cárter sonaba brusca, pero al mismo tiempo suave, preocupada.
─ Nada. Solo me golpie─ miente
Ámbar. Ella no quería que Cárter supiera lo que de verdad habia pasado. Era su
vida y su sufrimiento interno, nadie lo tenía que saber. Menos a un
desconocido. Aunque una voz dentro de Ámbar le decía que Cárter era de todo,
menos un desconocido para Ámbar y ella no sabía porque ese pensamiento surgió.
No conoce a Carter y él no la conoce a ella, pero siente que es la primera persona,
desde hace mucho tiempo, que ve atravez de su coraza. Eso asusta enormemente a
Ámbar.
─ No mientas, Ámbar. Tu y yo
sabemos que no te caíste. ¿Por que no me dices la verdad? ─ dice enojado
Cárter.
─ No sé que quieres que te diga.
Nada pasó, solo me caí. ─ responde Ámbar tranquilamente, mientras sigue
comiendo aunque no tenga mucha hambre.
Cárter se levanta de golpe de la
silla y golpea con su puño en la mesa. Este genero un fuerte estruendo que hizo
sobresaltar a Ámbar.
─ ¿ Quién fue el hijo de puta que
te pego en la mejilla, Ámbar? ─ grita.
─ No fue nadie, Cárter. No le des
más vuelta ─ ella dice calmada, aunque tenia miedo por la reacción de Cárter.
Él se dio cuenta que su que la manera en que se expreso fue muy violenta, por
ese motivo intento tranquilizarse. Cerro los ojos y respiro un par de veces
para calmarse. Luego los abrió y observo a Ámbar. Los sentimientos que sentía
Cárter eran totalmente nuevos para él, no sabia ni como descifrar lo que le
pasaba cuando miraba a Ambar. Sus ojos azules denotaban tristeza y estaban
apagados, símbolo de que sufrió mucho en su vida. Él iba a cambiar eso, Cárter
iba a darle todo lo que le faltaba, felicidad, perdón, amor. ─¿Amor?─ pensó
Cárter. ─Claro, amor que se le da a un amigo ¿Cierto?─ desechó esa absurda idea
y se disculpó con Ambar.
─Esta bien, Cárter. Lo entiendo ─
─ Quiero ayudarte. ¿Por qué no me
dejas? ─
─ No te conozco, Cárter. Como
quieres que confíe en alguien que no se quién. Y por otra parte, no me gusta
hablar de mi vida. Es mia. Y nadie tiene derecho a meterse en ella.
¿Entendiste? ─ las palabras que acaba de pronunciar Ambar hizo sentir a Cárter
dolido. Ella las dijo con enojo, haciéndole saber a él que no lo quería en su
vida, pero Cárter no se iba a rendir.
─ De acuerdo ─ y no volvieron a hablar
en toda la comida.
Ambar se sentía mal por hablarle
mal a Cárter después de todo lo que hizo por ella. Pero no se podía arriesgar a
que descubra su vida. Por lo poco que conocía, se notaba que el era una buena
persona, unas de las pocas que existen en este mundo, y no se merecía que la
oscuridad de Ambar se instalara en su vida. Lo tenía que mantener alejado de
ella. Era lo mejor.
Por su parte, Cárter no se iba a
dar por vencido. Él sentía que la vida de Ambar no fue fácil y quiere hacer que
lo posible para que ahora en adelante tenga lo que ella merece de la vida.
Trabajar como prostituta no es una buena vida para la hermosa chica que estaba
sentada delante de él. Y Carter iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos
para ayudarla.
Ambar se levanta de la silla
dispuesta a irse a dormir. Estaba muy agotada por todo lo sucedido en esta
simple noche.
─ Me voy a dormir ─ anuncia Ambar. Al ver
que Cárter se le queda mirando y no dice nada, da media vuelta. Pero cuando
estaba saliendo escucha que Carter habla.
─ No me voy a dar por vencido ¿Sabes? ─
Ambar da vuelta y lo mira directo a los ojos.
─ Lo sé ─ murmura simplemente. Luego sale
de la cocina, pero escucha gritar a Cárter de nuevo.
─ Tu habitación es la segunda puerta a la
derecha subiendo las escaleras ─ Ambar no se molesta en contestarle, solo se
digno a subir las escaleras e ir a su habitación. Su habitación temporal.
***
Ambar se despierta cuando el
sol entra por la ventana. Hacía mucho que ella no dormía tan bien, desde que
vivía con su familia. Ella pensaba que no merecía dormir en una cama, o estar
en una casa como la de Cárter. Ella extrañaba a su familia, todo se vino abajo
por su culpa y nunca se lo iba a perdonar. Sus padres están muertos y la perra
de su hermana la odiaba, pero Jade tenía razón todo fue su culpa, no merecía el
perdón de nadie. Ni la ayuda de Cárter.
Ambar
se limpió las lágrimas que se derramaron por sus mejillas. ─ Mierda
hacia mucho que no lloraba, ¿Por qué ahora? ¿Por recibir la primera ayuda en
estos últimos dos años de mierda que tuve que vivir? ¿Pensar que capaz Carter
me quiera ayudar y no aprovecharse de mí? No, tengo que dejar de tener esos
pensamientos, él no me quiere ayudar. Nadie hace eso por una desconocida. La
gente nunca es buena, la gente tiene odio y rencor por todo. Yo lo descubrí en
esto años, no me voy a llenar la cabeza con buenos pensamientos. Ya no. ─ pensaba Ambar. Ella sabía que Cárter
era una buena persona, pero él quería investigar su pasado y eso a Ambar no le
gustaba.
Se
levanto de la cama, miro el reloj que está en la mesita de luz, marcaban las 7:36
am. Es muy temprano, pero una vez que Ambar se despertaba, no puedía volver a
dormir.
Sale de la habitación en
busca de un baño, pero en la misma planta hay 5 puertas así que prueba con la
de al lado de su habitación. Al abrir la puerta se encontró con otra
habitación, pero en estaba Carter dormido, con la sabana enredada alrededor de
su cadera, sin ninguna remera encima. Dios es muy musculoso, tiene un pecho
fuerte y hombros anchos. Ambar estaba tan embobada mirando el musculo cuerpo de
Cárter, que no me di cuenta que soltó la puerta y esta se había estrellado
contra la pared. Ambar hizo una mueca por el fuerte ruido que hizo. Como era de
esperar Carter se despertó y rápidamente se sentó en la cama.
─ ¿Qué pasa? ─ dijo con voz
ronca por el sueño y fregándose los ojos con la palma de la mano.
─ Yo… eh… ─ tartamudeo
Ambar. Se aclaro la garganta y siguió hablando ─ estaba buscando el baño. ─
─ Lo siento, te lo tenía que haber dicho anoche
─ se levanta de la cama. Él bosteza y Ambar
me queda sin aliento. Cárter esta semidesnudo delante de ella, solamente lleva
un bóxer negro ajustado que marcaba absolutamente todo. Y deja a la vista sus
increíbles abdominales y sus fuertes brazos. Él agarra un pantalón y una remera
y se los pones. Ambar hizo un sonido de desaprobación involuntariamente antes
de darse cuenta. Él la miró con una media sonrisa y sus ojos mostraban
diversión, haciéndome saber que la había escuchado. Ambar enojada con su
arrebato da media vuelta y sale rápidamente de la habitación.
─ ¡Por si quieres saber todavía, el baño está
en la última puerta del corredor! ─ grita Cárter desde la habitación, y Ambar
no pasó por alto la diversión que se escuchaba en su voz.
Ella
va directamente al baño. Es un baño simple, en algunos aspectos, tiene paredes
blancas y el piso azul francía. Hay una ducha en una punta con puertas de
vidrio y hay una bañera en la otra punta. Ambar se acercó lavamanos, y abrió
los cajones para saber si encontraba un cepillo de dientes sin usar. Encontró
uno cerrado. Lo agarra, pero Ambar se queda mirando fijo el cajón porque que
hay muchos productos femeninos, maquillaje, toallitas femeninas, esencias de
vainilla y frutilla para el baño, perfumes de mujeres, cremas y esos son
¿Tampones? ─ Seguramente
Carter deja que su novia deje los productos en su casa. Seguro que es una chica
con plata y estudios, rubia de ojos azules, alta y más flaca que un alfiler.
Apuesto que es arquitecta o abogada, al igual que mi perfecta hermana. ─
Enojada con los pensamientos
que se reunieron en su cabeza. Cierra fuertemente el cajón y se lava
rápidamente los dientes. Se saca la ropa y se mete en la ducha. Deja que el
agua caliente caiga por su cabeza y espalda, antes de lavarse el cuerpo y el
pelo.
Una
vez que termino de bañarse y secarse, Ambar se pone la misma ropa de nuevo, ya
que no tenía otra, y baja hasta la cocina. Se encuentra con Cárter haciendo el desayuno.
Ambar no sabía qué hacer, si sentarse y comer con él o volver a su habitación.
Decide la opción más fácil y sin tener que enfrentar a Cárter. Cuando estaba
por salir de la cocina, Carter se da cuenta de su presencia.
─ ¿A dónde vas? Siéntate y come algo ─ dice
mientras pone un planto con tres tostadas. ─ Te hice café con leche para que
tomes ─ dice depositando una taza en la mesa, al lado de las tostadas.
Y luego Cárter se sienta enfrente de ella. No dicen nada durante un rato, hasta
que Ambar le pregunta lo que le estaba molestando
─ ¿A tu novia no le molesta
que haya pasado la noche en tu casa? ─ Cárter levanta la mirada y se queda
mirando a Ambar. A él no le había pasado desapercibido el tono con el que le
había hecho la pregunta. Estaba molesta al pensar que Cárter podría llegar a tener
novia y eso hizo sonreír a Cárter. Tampoco se había olvidado de cómo lo había
mirado en su habitación. Sus ojos reflejaban puro deseo cuando Ambar había
visto casi desnudo a Cárter y eso le había encantado.
─ No tengo novia ─ contesta
simplemente, mientras comía una tostada como si su pregunta no le había
importado lo más mínimo.
─ Pero en el baño hay mucho
artículos femeninos. Y por cierto agarre un cepillo de dientes que estaba
cerrado ─
─ No hay problema puedes
agarrar lo que quieras. Y esos productos son de mi hermana para cuando se queda
en casa a dormir ─ cuando contesta Ambar se quiso dar un golpe en la cabeza. Se
había olvidado que él le había hablado de su hermana y que, encima, la ropa que
estaba usando era de ella. Aunque Cárter hubiera confirmado que no tenia novia había
generado un sentimiento de alivio y no entendía el por qué. ─ Hoy va a venir mi
hermana así te acompaña a comprarte ropa, no te preocupes yo pago y podes
gastar lo que quieras ─ eso hizo salir de la nube de alivio que sintió Ambar.
Ella no necesitaba nada de nadie y mucho menos de Cárter. No iba a tener deudas
con nadie.
─ Yo no necesito ropa, mucho
menos tuya. Tampoco necesito tu dinero. A parte ya tengo ropa, solamente tengo
que ir buscarla ─ su voz sonó tan fría que sorprendió a Cárter. Él no quería
ofender a Ambar, solo quiere que tenga ropa por el tiempo que este en la casa y
no iba a dejar que vuelva al lugar que ella había estado viviendo. Ya se
imaginaba como era.
─ No quise ofenderte Ambar.
Solo pensé que necesitabas cosas el tiempo que estés aquí ─ dice mirándola a
los ojos ─ y tampoco quiero que vayas a buscar la tuya a donde sea que
estuviste viviendo. ─
─ No quiero nada tuyo,
Cárter. Mierda. No entiendo por qué haces esto, pero solo detente ─ grita
Ambar.
─ Lo hago porque quiero.
¿Tan difícil es que confíes en mí?─
─ Si, obviamente que lo es.
No te conozco, no sé nada de ti. No quiero deberte nada ─ Ambar se para y se
acerca hacia donde esta Cárter.
─ No me vas a deber nada,
Ambar. No espero nada de ti ─ musitó Cárter, mientras se daba vuelta y empezaba
a lavar las tazas.
─ Pensas que soy idiota,
Cárter. Se lo que quiere de mi. Se como son los tipos como vos. Atrapas a la
chica con palabras dulces hasta que conseguís lo que queres. Tener sexo conmigo
─ grita furiosa Ambar.
─ ¡Ya me arte! ─ grita
Carter de repente. Ambar da un salto porque no se esperaba que Cárter gritara
tan enojado. Se da la vuelta y mira fijamente a los ojos. No podía creer que
Ambar le había acusado de seducirla para acostarse con ella. ─ No quiero
acostarme contigo, no me interesa. Vas a ir a comprar la ropa y no se hable
más. No llevas ni un día acá y ya me sacas de quicio, solo intento ayudar y vos
estas todo el maldito día con tu mala desconfianza. ¿Cómo mierda esperas
conocerme si ya estas predispuesta a que soy un hijo de puta? Basta, ya. Mi
hermana llega en media hora y vas a ir con ella quieras o no. ¿Entendiste? ─ Cárter
sale de la cocina hecho una furia y va directamente a su habitación cerrando la
puerta de un portazo.
Ambar se sentía mal ahora. Cárter
tenía razón ¿Cómo iba a confiar en él, si no le daba ninguna oportunidad? Ella
estaba rota, tanto y no quería llevar a nadie a su oscuro lugar. Quería hacer
las cosas bien una vez en la vida, pero al mismo tiempo estaba esa vocecita en
su cabeza que le decía que no merecía cosas buenas en su vida. Que no merecía
ser feliz. Pero por una vez, después de mucho tiempo, Ambar decidió hacer una
cosa bien. Ambar iba a contarle una parte de su pasado a Cárter.