CAPÍTULO 3
A veces cosas malas les suceden a las personas buenas
Sábado, 16 de Mayo de 2015, 10:14 am
Cárter se encontraba
caminando de un lado al otro todavía intentando asimilar lo que había sucedido
en la cocina. Se hallaba tan enojado por lo que había asumido Ambar que él
podría llegar a hacer. Aunque Cárter entendía que, la vida de Ambar como
prostituta, debió haber sido traumática. No le daba el derecho de pensar que él
tendría que “cobrar” la ayuda que le ofreció con algún favor sexual. Se sentía
tan impotente, porque muy adentro de Cárter, sabía que Ambar tuvo que haber
hecho algo similar para poder vivir.
Algunos minutos después,
mientras Cárter estaba acostado en su cama, con el brazo encima de su cabeza, escuchó
unos suaves golpes que provenían de la puerta. Cárter sacó el brazo de su cara
y miró fijamente a la puerta sabiendo muy bien quien se encontraba del otro
lado. Luego, la puerta fue abriéndose lentamente para vislumbrar la cabeza de
Ambar.
─ ¿Puedo pasar? ─
pregunta suavemente la chica.
─ Ya estas
adentro ─ responde bruscamente Cárter. Sinceramente él no quería sonar así,
pero seguía enojado con ella. Ambar hizo una mueca por el tono enojado de
Cárter. Esperaba que con su mínima, pero trágica confesión pudiera solucionar
las cosas. Ambar se adentra más en la habitación y se para enfrente de la cama,
donde Cárter seguía acostado mirándola fijamente.
─ Lo siento, Cárter. No quería tratarte mal.
Solo no puedo aceptar que me quieras ayudar sin esperar algo a cambio ─ dice
Ambar, mientras agacha la cabeza y juega con los dedos de sus manos.
─ ¿Por qué no puedes creer que quiera ser
parte de tu vida? ¿Qué quiera ver el potencial que tenes y que no desperdicies
tu vida prostituyéndote? ¿Por qué, Ambar? ─ argumenta Cárter con voz dura. Ella
se queda callada unos segundo, luego levanta la cabeza y mira a Cárter. Él
puede notar como tiene lagrimas contenidas en sus ojos y eso hizo el que el
corazón de Cárter doliera en su pecho.
─ Porque no confió en los policías. Ellos
fueron los primeros en aceptar acostarse conmigo a cambio de que mi jefe no lo
lleven preso. Gracias a ellos, me usar como un puto objeto sin valor. ─ La voz
de Ambar se tornó llena de odio. Cárter abrió los ojos lleno de sorpresa por la
confesión de Ambar. ¿Sus colegas?
¿Alguien que él conocía? ¿Quién mierda fue el hijo de puta que le hizo eso a
Ambar? Pensaba lleno de cólera Cárter. Este quiso acercarse a Ambar para
abrazarla, pero ella dio un paso atrás alejándose de él. ─ Pero yo estaba bien
con eso Cárter, yo lo merecía. Lo acepte. Yo nunca dije que no, pero pensé que
solo era esa vez. Pero no, ellos volvieron semana tras semana. Casi siempre
venían policías nuevos. Luego me entere que eran policías de otros estados,
llegaban a San Diego porque yo era la distracción de sus miserables vidas. De
sus miserables matrimonios. De su miserable trabajo. De su miserable
existencia. Yo me convertí en su puta ─ Ambar se dio vuelta porque no podía ver
a los ojos de Cárter y observar que había asco y repulsión hacia ella. Pero lo
que no podía ver Ambar es que en los ojos de Cárter solo había comprensión y
odio hacia aquellos que le hicieron tanto daño a Ambar. Era solo una
adolescente y ellos abusaron de ella. ─ Solo uno venía con frecuencia. Él
también estaba casado. Dios lo odiaba ¿Cómo todos ellos les podían hacer eso a
sus mujeres? ¿Cómo podía acostarse con una prostituta y luego mirar a su esposa
y sus hijos? Me sentía sucia, asquerosa y las drogas fueron mi escape. Uno de
esos policías le gustaba drogarse antes de tener sexo, decía que lo volvía más
placentero y así empecé a consumirlas. Te nublaba los sentidos y no tenía
conciencia de lo que hacía. Era mucho más fácil sobrellevar el momento. ─ al
momento de terminar su relato, Ambar se encontraba sumamente vulnerable. Sus
ojos se encontraban llenos de lágrimas, pero no dejo que ninguna callera. Ambar
odiaba llorar y últimamente lo estaba haciendo con mucha frecuencia. Acordarse
de su pasado y encima contárselo a alguien fue muy duro para ella, aunque, por
otro lado, se sentía aliviada. Por fin pudo sacarse eso que la atormentaba,
pero Ambar sabía que Cárter la iba a odiar, a mirar con asco por todo lo que
hizo. Iba a encontrar en su mirada lo que Ambar haya cuando se mira al espejo.
De pronto Ambar siente unas manos en su
cintura, y por acción involuntaria Ambar se tensa y te quiere alejar de
aquellas manos, pero Cárter le pasa los brazos por la cintura y la retiene en
su lugar. Luego siente como Cárter apoya su frente en el hombre y suelta un
suspiro.
─ Gracias por compartirme una parte de ti y lo siento. Lo siento
tanto, Ambar. Debió ser horrible lo que viviste. De cómo te sentiste. Te
prometo que no vas a vivir nunca más eso. Voy a cuidar de ti, te voy a
proteger. Yo no soy como ellos, debes creerme. No sé por qué piensas que
mereces todo lo que te pasa, sé que con el tiempo me lo vas a contar. Pero
quiero que sepas que no te mereces todo lo que viviste. Eres especial Ambar,
solo que tu no lo ves todavía. Con el tiempo lo vas a hacer. ─ Cárter da vuelta
a Ambar lentamente hasta que quedan cara a cara. Él inspecciona todo su rostro.
Ella era realmente hermosa, sus ojos azules brillaban por las lágrimas que
nunca dejo que se derramaran por sus blancas mejillas. Cárter alzo una mano y
la pasó por su mejilla donde se encontraba el horrible moretón, luego la fue
bajando por su barbilla hasta llegar hasta su otra mejilla, subió su mano por
la frente y descendió por su nariz hasta llegar a sus labios. Se quedó un
momento ahí ─ Eres tan fuerte, Ambar.
Una mujer luchadora ─ le dice a Ambar. Cárter pasa ambas manos detrás del
cuello de Ambar y se agacha para besar la frente de Ambar, luego la besa en
ambas mejillas. ─ A veces cosas malas le suceden a las personas buenas ─ comenta
Cárter, luego envuelve los brazos alrededor de la delicada cintura de Ambar y
la tira contra su cuerpo y así la cabeza la muchacha quedara acostada en su
pecho. Ambar tímidamente pasa los brazos alrededor de los hombros de Cárter y
lo abraza como él está haciendo con ella. Ambar se encontraba totalmente
sorprendida con el comportamiento de Cárter. Ella nunca hubiera creído que él
diría todo lo que dijo de ella y menos que la tratara con tanta dulzura como lo
estaba haciendo. Él la estaba consolando, hacía mucho que nadie se preocupaba
por Ambar y eso la hizo sentir muy bien.
Se quedaron unos minutos abrazados, ambos sintiendo al otro hasta
que el timbre de la puerta principal los sacó de su burbuja. Ambos desenredaron
los brazos que tenían alrededor del otro y se miraron fijamente.
─ Debe ser mi hermana ─ comenta Cárter.
─ Debes ir a abrirle la puerta ─ Cárter le sonríe.
─ Si, tengo que hacerlo ¿no? ─ Luego se
abandona la habitación y Ambar se queda unos segundos para poder recomponerse
de todo lo que sucedió.
Cuando Ambar decide que ya está estable,
decide bajar. Cuando llega donde se encuentra la puerta principal Ambar ve a
una mujer saltar encima de Carter para abrazarlo y suelta un chillido que Ambar
se tuvó que tapar los oídos por el dolor que le causo. Después de unos
segundos, la mujer suelta a Cárter. Es alta, pero creo que eso se le atribuye a
los tacos de 10 cm que tiene. Tiene el pelo rubio lacio que le llega hasta los
hombros. Sus ojos son de un azul muy llamativo. Es muy linda. Lleva puestos
unos jeans negros ajustados y una remera roja ajustada que le resaltan los
pechos. “¿Ella es la hermana de Cárter?
Linda forma de visitar así vestida a su hermano.” Piensa Ambar.
Cuando la mujer finalmente se da cuenta que Ambar
está parada detrás de Carter, la mira de arriba a abajo y hace una mueca de
desprecio. Ambar percibe la altanería de la chica y se cruza de brazos y la
mira sonriendo falsamente.
─ Ámbar te presento a mi hermana Cassandra ─ dice Carter,
después de alejarse algunos pasos. Ella ríe tontamente.
─ En realidad no
soy la hermana, soy la hermanastra. Mi mamá se casó con su papá ─ dice
sonriendo con superioridad y alza la mano para que la estreche. Ambar se queda
mirando a sus uñas pintadas completamente perfectas.
─ Aja, muy interesante ─
Ambar todavía sigue con los brazos cruzados. Cassandra deja caer la mano
y agarra la correa de su cartera. Y se da vuelta a mirar a Cárter mientras le
toca el brazo de arriba abajo. Por su parte, Ambar quería agarrar su teñido
pelo rubio y alejarla se Cárter.
─ ¿Eri, vamos a ir a comer? ─ pregunta melosamente
Cassandra.
─ ¿Eri? ─ pregunta Ambar sin poder contenerse. Le había
llamado la atención que no lo llamara Cárter.
─ Mi nombre de pila es Eric, pero Cassandra sabe que odio
ser llamado así ─ dice mirando enojado a su hermanastra.
─ Odio llamarte Cárter, es tu apellido. ─
─ Acostúmbrate. Y no, no podemos ir a comer. Tengo que ir
a trabajar ─
─ ¿Y para que me llamaste para que vinera? ─ Cassandra
hace un puchero por no poder pasar el tiempo con Cárter. Ambar la mira alzando
una ceja por el comportamiento tan de niña que tuvo.
─ Te llame para que acompañes a Ambar a comprar ropa. Sé
que es tu especialidad ─ comenta Cárter.
─ ¿En serio? Pensé que íbamos a pasar tiempo juntos. Hace
mucho que no lo hacemos ─
─ Te prometo que un día lo hacemos. Estuve muy ocupado
con el trabajo. ─ Ambar se sentía un poco entrometida en esos momentos, pero no
se iba a ir para dejar a solas a Cárter con su “hermana”. ─ Ahora, Ambar toma
esto ─ y le tiende una tarjeta Visa y Ambar la agarra media dudosa. ─ Gasta lo
que quieras ¿Si? No te preocupes por eso. ─ Luego Ambar le tendría que
preguntar a Cárter como es que tenía tanta plata con su trabajo de policía.
─ Cárter, no creo que sea…─ pero él la interrumpe antes
de terminar la oración.
─ Está bien ¿Okey? No discutas, Ambar. ─ le da una mirada
que le decía que no iba a entrar en discusión. Ambar solo da un suspiro y se
queda callada. ─ Bueno chicas, me tengo
que ir a trabajar. Que la pasen bien ─ se
acerca a Ambar y le pasa un brazo por la cintura y la acerca para darle un beso
en la mejilla. Sin poder evitarlo, Ambar le sonríe débilmente. Cuando la
suelta, se acerca a su hermana, la saluda, para luego salir por la puerta con
un simple: hasta la noche.
Las dos chicas se quedan solas, ambas se miran fijamente
a los ojos. Hasta que Cassandra rompe el silencio.
─ Aléjate de él ─ dice con determinación Cassandra. Ambar
se la queda mirando pensando que ese tipo de comportamiento no era de una
hermana. Ella sabía que Cassandra no veía a Cárter como parte de su familia.
─ ¿De quién estamos hablando? ─ pregunta con burla Ambar.
La ira se notaba en los ojos de Cassandra.
─ De Cárter, zorra. Él no merece a una buena para nada.
Él es mucho hombre para ti, niña ─
─ Wow la hermanita de Cárter está enamorada de él. Eso es
un poco asqueroso ¿Sabes? Y es incesto ─
la voz de Ambar denotaba diversión. Más aun cuando ve la cara roja de
Cassandra.
─ No es mi hermano. Su mamá se casó con mi papá. No
tenemos la misma sangre ─ grita histérica Cassandra. Luego, Cassandra mira
determinadamente a Ambar y se da cuenta que la ropa que está usando la conoce. ─
¿Esa es mi ropa, maldita ladrona? ─ sigue gritando
─ Cálmate fiera. Cárter me la dio anoche. ─ Contesta
Ambar mientras se acercaba a Cassandra para susurrarle al oído ─ Es que mi ropa
quedó hecha jirones. Tú sabes por qué ─ se aleja de Cassandra y luego Ambar le guiña
un ojo. La hermanastra de Cárter pega un grito muy agudo que le hizo doler el
tímpano a Ambar y seguidamente se va hecha una furia de la casa para subir al
auto y cerrar la puerta de con un fuerte ruido.
─ Qué estas esperando. Sube al puto auto, desgraciada ─
grita desde el vehículo Cassandra. Ambar con mucha diversión cierra la puerta
sutilmente de la casa y mira detenidamente el auto donde se encontraba
Cassandra.
─ Oh esto va a ser muy divertido ─ susurra para sí misma
para luego caminar hasta el hermoso Audi rojo.
***
Cárter entra a la comisaria donde trabaja, ya que su jefe
le había mandado un mensaje diciendo que tenía nueva información de un caso. Saluda a la
recepcionista y sigue caminando hasta la oficina de su superior. Antes de
entrar toca la puerta, recién cuando escucha el “Adelante” se su jefe, abre la
puerta.
Brian Houston se
encontraba sentado detrás de su enorme escritorio revisando algunos papeles. El
Sr. Houston es amigo del padre de Cárter, que este último también era policía,
pero sus días de gloria ya acabaron hace 6 meses con su retiro definitivo.
Brian tenía alrededor de 50 años, pero se encontraba de muy buena forma para su
edad y el cabello todavía lo tenía intacto y corto en su cabeza. Era un hombre
duro y muy justo y Cárter sentía una gran admiración por él.
─ ¿Me mandó a llamar, Señor? ─ pregunta cortésmente
Cárter.
─ Si, Cárter. Pasa y toma asiento. ─ responde Houston
mientras saca dos carpetas del cajón de su escritorio. Y luego mira seriamente
a Cárter. ─ Encontramos nuevos rastros sobre Méndez y su banda de
narcotraficantes ─ antes esas palabras,
Cárter se sentó recto en la silla. La banda de los Méndez son unos
narcotraficantes que la policía está intentando atrapar desde hace varios años.
Ellos siempre, de una forma u otra, salen libres después de un rato en la
prisión, ya que, hasta el momento, no han encontrado nada contundente para que
todos caigan un buen tiempo en la cárcel. El problema desde hace varios meses
es que ya no se sabe dónde localizarlos. Era una banda astuta que nunca se
encontraban dos veces en un mismo lugar y eso hacía que complicara a la policía
en localizarlos.
─ ¿Dónde los encontraron, señor? ─ pregunta Cárter.
Houston no dice nada, solo le pasa una carpeta. Cárter abre la carpeta y
encuentra adentro varias fotos. En ellas salía el líder Méndez corriendo detrás
de alguien, aunque no se notaba muy bien su cara. Cárter sigue pasando las
fotos y las imágenes se van tornando más claras. Hasta que en una se observa
perfectamente la cara del narcotraficante. En otra imagen sale una chica, que
no se le llega a notar la cara por la oscuridad, pero es una chica rubia. Esta
chica la está persiguiendo Méndez. ─ ¿Cómo consiguieron estas fotos? ─
─ De la cámara de seguridad de un parque. De un parque
que se encontraba a varias cuadras de tu domicilio. ─ esa declaración hizo
sorprender a Cárter. ¿Méndez se ocultaba
cerca la casa de un policía? Pensaba Cárter.
─ Muy astuto de su parte. Esconderse donde menos lo van a
buscar. ─ Cárter observa como su superior asiente con la cabeza dándole de
entender que a él tampoco se le hubiera ocurrido semejante idea. ─ La chica que
sale en la foto ¿Se sabe quién es? ─ ella podría ser la clave para encontrar
por fin a Méndez. La mirada del jefe de Cárter se volvió sombría.
─ No, no sabemos quién es. Inmediatamente cuando nos
enviaron el video y las fotos de Méndez, llevamos todo a analizar. Gracias a
eso pudimos confirmar que era Méndez y también pudimos detectar mejor la cara
de la chica ─ Houston mueve la otra
carpeta que había sacado y posa una mano encima. ─ Cárter, esta chica que no
debe de tener más de 20 años. No tuvo ninguna infracción en su vida, ya que el
sistema de reconocimiento facial no la detectó. Por lo que muestra las fotos,
se puede ver que es una prostituta. Seguramente habrá escuchado algo en todo el
tiempo que pasó con él. Hay que encontrarla, para meter a Méndez y a todos los
que estuvieron participaron a la cárcel de manera definitiva ─
Cuando Houston deja de hablar, levanta la mano de la
carpeta y la mueve hasta que Cárter puede alcanzarla. Tranquilamente, Cárter
abre la carpeta para saber quién es la misteriosa chica. Al abrir la carpeta
sus ojos se abren de la sorpresa. “No
puede ser“. Pensaba Cárter. Houston al ver la reacción que tuvo Cárter le
pareció sospechoso y le preguntó.
─ ¿La conoces, Cárter? ─ El superior de Cárter lo miraba
fijamente. Cárter se debatía si decir la verdad o mentir.
─ No, no la conozco, señor. Solo me sorprendió lo joven
que era ─ mintió Cárter. Él no podía decir la verdad. Le había prometido que la
iba a proteger. No le podía decir que a su jefe que la chica que salía en la
fotos se encontraba viviendo en su casa. Cárter no podía decir que esa chica,
que tenía alguna relación con Méndez, era Ambar.